Calor humano
Yo no discuto que pueda haber quien ha hecho del terrorismo y de sus amenazas un negocio o una carrera profesional, pero no me cabe la menor duda de que la inmensa mayoría de los ciudadanos amenazados que padecen la persecución de vivir con escoltas lo aguantan por pura y mera dignidad, porque considerarían una claudicación cívica ceder a las amenazas y abandonar su militancia, sus cargos o sus compromisos políticos. Desde tal punto de vista los considero ciudadanos admirables, ejemplares, dispuestos a hacer algo a lo que yo no me atrevo: achicar el espacio de sus vidas privadas en nombre de unas convicciones cívicas imprescindibles para todos, no sólo para ellos. Puestos a poner nombres y apellidos sabemos que todos los cargos políticos del PP, del PSE y de UPyD, desde el concejal de la aldea más diminuta, se han visto obligados a aceptar dicha protección. En cualquier otro lugar menos galáctico ello habría sido motivo de campañas de apoyo y sensibilización, de iniciativas de acompaña...